Besos y besas

Desde que los «miembros y las miembras» de la comisión de igualdad fueron citados de esta manera por la inteligentA ministra Bibiana Aído, el tema de la igualdad de género en el lenguaje vuelve de forma recurrente a mi vida dedicada en buena parte a las letras.
Hoy, unos tres años después, sigo teniendo la misma opinión: me parece una soberana gilipollez (o gilipolleza)
Una de las grandes batallas que inició este gobierno al inicio de su primera legislatura fue la de la «Igualdad de género». Un ministerio entero y nuevecito desperdiciado en gilipolleces de tamaño descomunal.
Quede claro que no entran en las gilipolleces la igualdad de oportunidades, la igualdad de salario, la conciliación familiar, etc.  pero es que esas cosas están todas por hacer.
La palabra «gilipollez», sin embargo, sí incluye el ya famoso tema del lenguaje. Sobre todo, si la cuestión es defendida por «pancarteros» que se agarran a cualquier tontería con tal de poder presumir de que luchan contra el machismo, la homofobia, el racismo o lo que toque en ese momento si preocuparse de si el asunto tiene sentido o no.

He titulado el post «besos y besas» en homenaje a un académico al que le gusta bastante el tema y con el que comparto gentilicio, Arturo Pérez-Reverte. Ojalá hubiera escrito yo misma el texto que adjunto a continuación pero desgraciadamente yo sí soy de la generación de la ESO y bastante he conseguido con el simple hecho de que me interese el tema de la lengua y la gramática aunque claro, en realidad yo fui el segundo curso, aún estaban en pruebas.

Yo no soy víctima de la LOGSE. Tengo 50 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política. En párvulos (así se llamaba entonces lo que hoy es «educación infantil», mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de «araña», la E de «elefante», la I de «iglesia» la O de «ojo» y la U de «uña». Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba «El Parvulito», un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Parvulito, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.En Primaria estudiábamos Lengua Española, Matemáticas (las llamábamos «tracas» o «matracas») Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Religión  y Educación Física. En 6º de Primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de «b en vez de v» o cinco faltas de acentos, te suspendían.En Bachiller, estudié Historia de España, Latín, Literatura y Filosofía.
Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las «Coplas a la Muerte de su Padre» de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda… Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura.
Y… vamos con la Gramática.

En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es «atacante»; el de salir es «saliente»; el de cantar es «cantante» y el de existir, «existente». ¿Cuál es el del verbo ser? Es «ente», que significa «el que tiene entidad», en definitiva «el que es». Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación «-nte».Así, al que preside, se le llama «presidente» y nunca «presidenta», independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.

De manera análoga, se dice «capilla ardiente», no «ardienta»; se dice «estudiante», no «estudianta»; se dice «independiente» y no «independienta»; «paciente», no «pacienta»; «dirigente», no «dirigenta»; «residente», no «residenta».

Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son «periodistos»), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).

No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo eliminarlas) pero, por una vez, os propongo que paséis el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no «ignorantas semovientas», aunque ocupen carteras ministeriales).

Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!

P.D: ¡Gracias Tia Juli por el mail! 😛

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