magia a la luz de la luna

Claros y sombras en Magia a la luz de la luna de Woody Allen

Woody AllenOtro año más, ya ni sé desde cuando, me siento en la butaca del cine y empiezo a escuchar la música de jazz y a ver pasar las letras blancas sobre el fondo negro marca de la casa que como otras tantas cosas, no son más que el fruto de una manera de quitarse problemas y gastos de producción innecesarios.

Otro año más, asisto al estreno de la nueva película de Woody Allen como un ritual, como quien ve cerrarse un círculo el día que se come las uvas en nochevieja o quien apaga las velas en cada cumpleaños.

En esta ocasión tenía sentimientos buenos y malos hacia «Magia a la luz de la luna«. El primero positivo es Colin Firth, me encanta. El negativo fue hacia el cartel ¿en serio? ¡Es feísimo!

La primera en la frente. No sé si por culpa del doblaje (la veré en VOS) me costó muchísimo ver a Firth en el papel de irónico descreído, de hecho me costó bastante entrar en la película, había algo que no me dejaba.

Una vez vista entera la película, la sensación que me inundaba era que se le había quedado al neoyorquino una película un poco sosa, falta de chispa aunque con un encanto único y genuino, como siempre. El argumento parece tener más potencial. Scoop (por la temática es imposible no acordarse de ella) desde mi punto de vista tiene mucho más brillo en prácticamente todos los aspectos.

Mi sensación es que en esta película queda plasmada la falta de interés del director por el rodaje. Él ha dicho en muchas ocasiones que los días de rodaje los odia. Salir de sus rutinas, comer y dormir en lugares desconocidos… si pudiera grabaría toda la película en un día. Por primera vez, ciertas características de sus films  (planos secuencia larguísimos, entradas y salidas de plano durante el diálogo, etc.) me han chirríado hasta sentir que nos presentaba una obra de teatro llevada al cine. La película flaquea en cuestiones básicas de ritmo e incluso de montaje (v.gr. el plano-contraplano de Emma Stone y Hamish Linklater en el mirador)

Aunque parece claro que Magia a la luz de la luna engrosará la lista de las obras menores de Allen, siempre es un placer ver los destellos de brillantez en cualquiera de sus films. Uno de ellos en esta ocasión es la conversación ya en el desenlace, entre la tía Vanessa (uno de los mejores personajes de la película) y su sobrino.

No voy a entrar en mucho detalle de lo plácido que es viajar a la costa azul de los años 20 de la mano de Woody Allen, los fans de su cine ya se lo imaginarán.

Siempre ha sido un científico militante. A los 6 años, uno de los sacerdotes
locales más amoroso dijo que Stanley era el único niño destinado al infierno.

Tía Vanessa

Lo dicho, Magia a la luz de la luna no está a la altura de sus mejores películas en ningún aspecto, ni guión (desde mi punto de vista lo más importante), puesta en escena, dirección… pero aún así, al estar dentro de su gama de comedias para mí estará por delante de otras con mejores críticas a la hora de pasar una tarde de domingo frente al televisor.

¡Hasta el año que viene Woody, y que no pare!

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